miércoles, 24 de noviembre de 2010

UN DÍA CUALQUIERA COMO PROFESORA DE 3º DE EDUCACIÓN PRIMARIA



En esta tercera entrada comentaré lo que hicimos en una de nuestras clases prácticas.
Tras haber analizado el contexto del CEIP Andrés Miró, situado en El Pedroso (Sevilla), Lola nos hizo escoger a cada uno una función en dicho Centro. Las posibles funciones eran las siguientes: director, jefe de estudios, orientador, profesores de primer ciclo de EP (1º y 2º), profesores de segundo ciclo de EP (3º y 4º), profesores de tercer ciclo de EP (5º y 6º), profesor de música, profesor de religión, etc. Yo elegí ser profesora de 3º de EP, concretamente, de 3º B.
Una vez elegida nuestra función, tuvimos que escribir una narración sobre un día cualquiera ejerciendo dicha función.
A continuación narro mi día cualquiera como profesora de 3º de Educación Primaria.







UN DÍA CUALQUIERA

DESCRIPCIÓN DE MI PERSONAJE  

Hola, me llamo María Alba y soy profesora del Centro Educativo Andrés Miró, situado en El Pedroso (Sevilla). Imparto clases en 3º de Educación Primaria, concretamente en el curso 3ºB.
En cuanto a mi vida personal, tengo 32 años, estoy casada y tengo dos hijos mellizos, Aitor y Elisa (de tan solo tres años).
Elegí estudiar Magisterio porque, en primer lugar, es una carrera que me apasiona en todos sus aspectos, y en segundo lugar porque decidí seguir los pasos de mis padres.

En cuanto a mi papel como profesora, soy una persona muy organizada, ante todo, para ello utilizo una agenda donde apunto todas mis cosas importantes (tutorías, actividades para los alumnos, reuniones con los padres y madres…) Otros aspectos que puedo señalar es que soy una persona muy abierta, ya que se puede hablar conmigo de cualquier cosa; soy bastante responsable y puntual; y, por último, también puedo mencionar que me relaciono siempre directamente con mis alumnos, interesándome por cada uno de ellos e intentando que estén lo mejor posible.
A continuación voy a describir cómo es un día cualquiera en mi vida.
Hoy es miércoles y he llegado, como de costumbre, 40 minutos antes al Centro para preparar mi primera clase y para tomar un café.
Son las 9:00. Acaba de sonar el timbre para que todos los alumnos entren en sus respectivas aulas y me dirijo a clase. Con respecto a la puntualidad, tengo que señalar que no suelo llegar tarde a ninguna clase, a no ser que tenga algún tipo de urgencia como por ejemplo un atasco, de ser así llamo por teléfono a la sala de profesores o a la jefatura de estudios y le aviso a la persona que me coja el teléfono de lo que me ha ocurrido para que informe con tiempo.
Entro en la clase y lo primero que hago es dar los buenos días con una sonrisa, no hay nada mejor que empezar una clase llena de energía y felicidad. A continuación paso lista para comprobar que todos mis alumnos están presentes. Si falta algún alumno, al final del día llamo a su respectiva casa y pregunto qué le ha pasado.
Una vez pasado lista, les digo que saquen el material correspondiente y que abran el libro de texto por la página 41, que corresponde con el tema de los huesos. Con respecto a la metodología que utilizo, no me gusta empezar de sopetón a explicar la materia. Siempre empiezo de una forma relajada para que mis alumnos no se desmotiven, entrelazando algún juego que otro o alguna actividad que resulte entretenida. Siempre intento explicar todo lo que me he propuesto para ese día, excepto algunos días que veo a mis alumnos demasiado cansados o distraídos y les dejo los últimos 15 minutos de clase para que se relajen y hagan lo que quieran (con unos límites, por supuesto). En cada momento intento que mis alumnos participen y trabajen activamente lo máximo posible. Bien pues, para empezar les digo que se pongan todos de pie y que se vayan tocando todos los huesos del cuerpo conforme los vaya nombrando. Como era de esperar, se ríen entre ellos y se ponen a charlar y yo, para que sepan que yo soy la profesora y que en clase se hace lo que diga, les digo que esto no es el recreo y que si no se toman la clase en serio no podrán salir a jugar y a comerse su bocadillo. Todos se callan de repente y me miran muy serios. La autoridad es algo que dejo a mis alumnos muy claro desde el primer día de clase. A continuación comienzo el ejercicio y todos empiezan a tocarse los huesos que yo voy nombrando, alguno que otro se equivoca y los corrijo para que ese error no perdure. Tras 15 minutos de ejercicio, comienzo explicando los dos apartados que me he propuesto explicar hoy. Mientras los voy explicando voy poniendo fotos en el proyector relacionadas con esos apartados, para que los alumnos visualicen las imágenes y así no les parezca la clase aburrida y además aprendan. Quedan cinco minutos para que acabe la clase y veo que mis alumnos no están revolucionados, les digo que se han portado muy bien y que hagan lo que quieran esos cinco minutos, puesto que ya he terminando de explicar lo que tenía previsto para hoy.
¡Riiiiing! Son las 10 y me dirijo a la sala de profesores. Allí me encuentro con tres de mis compañeros. Entre los tres comentamos cómo nos ha ido la primera clase y decidimos en común actividades que podemos plantearles a nuestros alumnos.
Mi clase siguiente es a las 12.00, justo cuando acaba el recreo, por lo que en estas dos horas libres que tengo voy preparando una serie de ejercicios para la clase de Matemáticas de hoy. La verdad es, que ha pasado bastante tiempo desde la última vez que llevé a mis alumnos de excursión, creo que se merecen una, por lo que en el tiempo que tengo libre voy a buscar por Internet algún sitio que me parezca interesante, en el que aprendan y en el que se lo pasen realmente bien. Acabo de acordarme de que mañana empezamos el tema de los animales en Conocimiento del Medio, por lo que la semana que viene podría llevarlos al zoo. Me dirijo hacia el ordenador y comienzo a buscar el precio de la visita y del autobús. Tras haber consultado lo anteriormente dicho y haber cogido las mejores ofertas, se lo comento a mis compañeros y me dicen que es una buena idea. ¡Ya veréis lo contentos que se ponen! Les digo yo.
Una vez haber zanjado el tema de la excursión, voy a hacer fotocopias a la ficha de la excursión que he realizado conforme consultaba los precios por Internet.
Ya son las 12:00, hay que ver como se me ha ido la mañana…al menos voy a darles una gran sorpresa a mis alumnos.
En el tiempo de recreo, soy una de las profesoras que se ofrece voluntaria para vigilar a los alumnos por si surge algún tipo de problema, por lo que salgo al patio.
Nos encontramos Susana y yo (profesora de 2º de Educación Primaria) recorriendo el patio y mirando a todos lados por si pasa algo fuera de lo normal. Nunca suele pasar nada, pero hay días en los que hay algún que otro gamberrillo (o gamberrilla, claro). ¡Vaya por Dios! ¡Hoy va a ser uno de esos días! De repente mi compañera y yo vemos a una niña tirada en el suelo y con los lazos de las coletas quitados, también en el suelo. La niña está llorando a moco tendido y nos dice que Jaime, uno de los niños de su clase le ha quitado los lazos del pelo, la ha empujado y la ha tirado al suelo. Susana y yo recogemos a la niña del suelo y la llevamos a la Enfermería, ya que hemos observado que tiene una herida en la pierna. Intentamos tranquilizarla diciéndole que Jaime va a recibir su castigo y ésta deja de llorar. Tras haber curado a la niña volvemos a salir al patio en busca de Jaime, el cual se encuentro jugando a la pelota con sus compañeros. Nos acercamos a él y le decimos que venga con nosotras porque ha hecho algo malo. Tras 20 minutos de charla intensiva con Jaime, nos jura y nos perjura que no va a volver a hacerlo y que por favor le dejemos seguir jugando. Susana y yo, obviamente, nos negamos a esto y le decimos que hoy no puede seguir jugando, que entre en el edificio y se siente en uno de los bancos, bajo nuestra vigilancia, por supuesto.
Tras acabar el recreo me dirijo al aula 15. Inicio la clase diciendo “Si os portáis bien y hacéis todos los ejercicios que os he preparado para hoy, al final de la clase os doy una sorpresa”. Como era de esperar, todos los alumnos se emocionan y empiezan a formar escándalo.
Una vez calmados, voy anotando en la pizarra dichos ejercicios: sumas, restas, multiplicaciones, divisiones…
Al acabar de anotarlos, doy un vistazo a la clase y me doy cuenta de que todos están realmente implicados en las tareas, sin hacer una pizca de ruido.
Es increíble pero, todos han acabado las actividades más rápido que ningún día y, como les he prometido, empiezo a repartirles les fichas de la excursión. Conforme las voy repartiendo los niños van leyendo y automáticamente sonríen y empiezan a emocionarse de nuevo.
Tras haber repartido todas las fichas voy explicando en qué va a consistir la excursión en esos 15 minutos que quedan.
Vuelve a sonar el timbre. A decir verdad, hoy no ha sido un día tal estresante. Solo he tenido dos clases.  Me dirijo hacia la sala de profesores para recoger todas mis cosas y también para llamar a la madre de Jaime y explicarle el percance de la hora de recreo. Su madre me pide disculpas y me dice que Jaime va a ser castigado y yo le respondo que no se preocupe, que es una edad muy mala y que pasa a menudo. Una vez colgado el teléfono, recojo mis cosas y me marcho a mi casa para comer y descansar aunque sea media hora, ya que als 16:00 tengo reunión con los demás profesores de 3º.




lunes, 22 de noviembre de 2010

PRIMERA TOMA DE CONTACTO



Mi segunda entrada se corresponde con el primer día de clase. Lola propuso una especie de juego para que resultase amena la presentación de cada uno de nosotros. El juego consistía en pasar uno a uno rápido (a quién quisieras) una pelota hecha de papel. Al coger la pelota tenías que decir tu nombre, y decir si Pedagogía era nuestra primera opción, y si no era nuestra primera opción, comentar cuál era. A decir verdad, esta táctica me pareció muy buena para familiarizarnos con los compañeros de clase y para perder un poco la vergüenza, para la gente que la tuviera. Desde mi punto de vista, con esta experiencia pude tomar un primer contacto con mis compañeros y me sirvió de gran ayuda para comenzar a perder la vergüenza de hablar en público.
Tras la presentación de todos nosotros (o de casi todos), Lola nos pidió que escribiéramos en un folio los nombres de los compañeros que recordáramos.
A continuación, adjunto una foto de la lista de nombres que he mencionado anteriormente.